viernes, 22 de febrero de 2013

Albino Luciani y Joseph Ratzinger

El 30 de setiembre del 1978, en el escritorio del Papa Juan Pablo I (Luciani) se encontraban -listos para su firma- documentos que ordenaban la destitución de 40 Cardenales en todo el mundo (incluyendo a los  Cardenales Cody de New York, Marcinkus y Jean Villot, su propio secretario de Estado), relacionados con casos de pederastia, desfalco al banco del vaticano y encubrimiento. Además, declaraciones que adoptaban una posición más liberal sobre el control de la natalidad (aprobar la píldora anticonceptiva), la venta de reliquias del Vaticano y buscar acercar la iglesia al pueblo. Los documentos no se llegaron a firmar, el Papa Luciani fue encontrado muerto por su mucama (envenenado) la noche anterior. Lucciani,  conocido como el “Papa sonriente” murió buscando la transformación de una Iglesia en decadencia, murió por defender lo que creía. Ahora, Josehp Ratzinger (Benedicto XVI) se ha encontrado –posiblemente- con los mismos problemas  aumentados por la inevitable putrefacción por el tiempo transcurrido y renunció porque no podía enfrentarse a eso. La diferencia entre ellos salta a la vista. La cobardía de Ratzinger versus la valentía a prueba de todo de Luciani. Ratzinger siendo Papa, tenía el poder para podía hacerlo, pero claudicó. Luciani no y lo mataron.  A Luciani se le decía ignorante, poco académico, sin carácter porque era sencillo, cuando a veces la sencillez nos reviste de una gran fortaleza, fortaleza necesaria para hacer los cambios que –desde tiempo atrás- los fieles buscamos en la Iglesia, para lo cual necesitamos un Papa intelectual, académico y sobre todo con carácter suficiente,  para enfrentarse a toda -la petrificada en el tiempo- curia romana, que defiende el status quo tal cual lo defiende Cipriani. Al final, se entiende: Ratzinger le temía a la muerte, lo cual lo hace tan humano como a todos, entonces no tenía la bendición divina.

Slds / Capt. F.Pretell/pretellmaritimeaffairs.blogspot.com

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