Los migrantes marítimos no son un
fenómeno nuevo. A través de los años, la gente de todo el mundo ha arriesgado
su vida a bordo de un barco con pésimas condiciones de navegabilidad, ya sea
buscando mejores condiciones de vida o protección internacional contra
persecución u otras amenazas a su libertad y seguridad. En los últimos tiempos
la situación ha empeorado. En 2014 y 2015, más de 1350 barcos mercantes se
desviaron de su ruta para rescatar a casi 60 mil migrantes. Esto demuestra –entre
cosas- que los servicios de Búsqueda y Salvamento en todo el mundo dependen
principalmente de la acción de los barcos mercantes y más aún de las acciones y
decisiones de los capitanes que los mandan. El derecho marítimo, cumple con
darnos las normas claras respecto a auxiliar a gente en peligro en la mar, pero
a pesar de las rigurosas y expresas disposiciones de UNCLOS, SOLAS, y -porque
no decirlo- de la antigua tradición que obliga a prestar auxilio en la mar;
muchos capitanes hacen caso omiso de aquellas y no les interesa desviar su
barco para proceder al rescate de migrantes. Por eso, hace bien la OMI en buscar
premiar la decisión de capitanes y marinos que han participado en tales
rescates. En su Circular 3619 el Secretario General solicita a los Estados
Miembros a que faciliten información sobre los buques mercantes, y su
tripulación, que merezcan que se les elogie por esos rescates. Tengo entendido que
José Luis Alcantara, participó con su tripulación, de uno de esos rescates; en
el Mediterráneo. Sería oportuno que nuestro país informe de ese hecho a la OMI,
ya que según la Resolución 1039(29), se les va a emitir un Certificado de Reconocimiento.
Esta información solamente la pueden brindar los Estados Miembros y no se debe
limitar –dice la Circular- a sus nacionales. Igual Malta ya lo hizo (tengo
entendido que el barco de José Luis tenía registro Maltes). Pero más le convendría
–creo- hacerlo a nuestro país. Excelente tal reconocimiento. Un rescate podría
ser tan sencillo como parar las máquinas, dar socaire y pasar un cabo; o un
tremendo problema de maniobrabilidad en mal tiempo, poniendo en peligro el
barco mismo y tripulantes. Sea como fuere siempre hay riesgo y ante ello hay
que responder con mucho profesionalismo, criterio y carácter. No obstante,
habiendo leyes que claramente ordenan el auxilio, la decisión final es del que está
al mando del barco. Porque si no quiere hacerlo (ha habido casos) ya sea por
evitar problemas con las autoridades del puerto, ya sea por ceder a la presión
comercial o simplemente porque hasta ellos ha llegado el desprecio a la vida
humana, se genera ineficacias en el sistema de la seguridad marítima. Ya luego
buscará la manera de arreglársela con apoyo legal por parte de su armador. Por
eso, una cosa es lo que se decide en las importantes asambleas de la OMI, y
otra lo que se decide en el puente de un barco en alta mar. La experiencia nos
dice que no solo hace falta buenas leyes, sino capitanes que tengan el coraje
de proceder de acuerdo a la ley y su conciencia y mantener así, las antiguas tradiciones
marítimas que nos enorgullecen de ser marinos.
Capt. F. Pretell/pretellmaritimeaffairs.blogspot.com
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